Lidiar con la inmortalidad es una idea agobiante, y si agregamos que es producida por un bucle temporal en el que nada cambia y nadie está consciente de ello salvo una persona, eventualmente dicho personaje se cuestionaría ¿qué podría hacer consigo mismo? y, más importante aún, ¿qué haría por los demás durante la eternidad? ; pero para que un cambio de tal magnitud se produzca tendríamos que ver lo peor y lo mejor de ese ser. Revisitar Groundhog Day (1993), dirigida por Harold Ramis y coescrita por él mismo junto a Danny Rubin, no solo muestra tal transformación a través de gran un arco de personaje, sino que explora distintos tonos de una forma tan orgánica que, en un momento, pasamos de varios intentos de suicidio a arrojar cartas a un sombrero.
Groundhog Day relata esta historia: Phil Connors (Bill Murray), un meteorólogo bastante egocéntrico, viaja de mala gana a Punxsutawney, Pennsylvania junto a su nueva productora Rita (Andie Macdowell), y Larry (Chris Elliot) el camarógrafo, para reportar, un 2 de febrero, el día de la marmota. Tras pasar la noche en el pueblo, sin posibilidad de salir por una tormenta de nieve, Phil descubre que, a la mañana siguiente, aún sigue siendo 2 de febrero. El día de ayer se ha repetido, y solo él lo sabe.
Por descontado, la premisa de Groundhog Day es atractiva y ofrece mucho para explorar desde distintas perspectivas, pero cuando descubrimos la razón que llevó a Danny Rubin a escribir la historia y primer guion (algo que profundiza en su libro “How To Write Groundhog Day” publicado en el 2012 ), y la manera en cómo introdujo detalles muy particulares para su desarrollo, junto a otros sugeridos por Harold Ramis, nos damos cuenta que la cinta contiene un tema brillantemente explorado a través del arco de personaje de Phil, uno drástico pero creíble.
Durante el primer acto vemos elementos que jugarán un rol importante para la transformación de Phil.
Primero que nada, su personalidad y forma de ser con otros: es un hombre con una imagen bastante alzada de sí mismo, le disgusta tener que reportar el día de la marmota por cuarto año consecutivos, así como estar rodeado por pueblerinos de actitud cálida y amable. No está en sus planes seguir con un trabajo así. Aquí entra el primer punto importante para su desarrollo, no es únicamente el hecho de que esté atrapado en el mismo día, sino también el hecho de que no puede salir de Punxsutawney debido a una tormenta de nieve, que según él no llegaría. Esto es algo que Danny Rubin se planteó desde el comienzo, y es reconocible porque hubiera sido muy diferente situarlo en la gran ciudad o que pudiera abandonar el pueblo; pero no hay posibilidad de salir, ni comunicarse a larga distancia, ni siquiera tomar una ducha caliente: más cerezas sobre el pastel.
También está el personaje de Rita, desde las primeras escenas la conocemos por igual: es una mujer optimista, gentil y bondadosa. Le entusiasma la simple idea de ver reunida a mucha gente celebrando, aunque sea solo para ver a una marmota predecir el clima; ve lo mejor de los demás, pero también es capaz de poner en su lugar a idiotas como Phil. De acuerdo a Danny Rubin, el personaje estaba ahí desde el comienzo, pero al llegar Harold Ramis se empezaron a acentuar los tintes que harían de la película una comedia romántica, algo que para nada la afecta y que, de hecho, le beneficia para su desarrollo. Rita, muy bien interpretada por Andie Macdowell, se vuelve gradualmente esencial para la trama, pero antes de llegar a esto, pasamos por una serie de acontecimientos, no sólo divertidos, sino de gran peso para el arco de Phil.
Entonces, este hombre vive el mismo día una y otra vez, en un pueblo que le desagrada y rodeado por gente que le molesta (algunos con cierta razón, ¡Bing!) ¿Qué hace Phil para lidiar con ello? Primero obtenemos lo normal, confusión y una actitud más hostil — aprovecho para resaltar que Bill Murray realmente le agrega su propio sarcasmo para resultar un cretino más agradable; en papel resulta diferente y con otro actor lo hubiese sido más —. No pasa mucho para que Phil acepte su nueva realidad; comienza la diversión, pues Phil se empieza a tomar muy en serio la frase “Vive como si no hubiese un mañana”.
Ya en el segundo acto Phil empieza su nueva vida de máximo hedonismo: atropellar buzones o comer todo lo que pueda es solo el inicio; de hecho, acostarse con Nancy Taylor nos desvela que su objetivo final es Rita y este sabe qué trucos usar para persuadirla. En este punto del filme las elipsis se manejan tan precisamente que resulta divertido; desde el emplazamiento y movimientos de cámara, hasta las acciones de personajes en el fondo, todo es igual (a excepción de Phil), como se puede ver en las escenas del bar/restaurante entre la pareja protagónica; la película no desperdicia la oportunidad de brindar momentos cómicos, pero esta farsa no dura mucho.
Cuando Phil está cerca de conseguir a Rita ella propone seguir con ello el día siguiente, pero esa no es una opción y Phil hace todo lo posible para convencerla de que la “ama”, aunque en realidad sea todo lo contrario y ella le caiga encima a en forma de bofetadas; es la manera en cómo Phil intentó forzar lo que fue alguna vez fue un lindo momento, sumado a los múltiples rechazos de Rita. Estas escenas hacen ver el tipo de persona que ha sido hasta este punto de la historia, un hombre sin interés real por alguien más excepto él. “Te veré mañana abuelo” es lo que le dice al vagabundo, ¿para qué molestarse en ayudarlo si mañana todo se repetirá?, ha estado viviendo su presente sabiendo que sus acciones no tendrán consecuencias, cualquier cosa que haga no importa, y es justamente eso lo que le hace darse cuenta que nunca podrá entablar una relación con alguien más.
Aproximadamente a la mitad de la película presenciamos el punto más bajo de Phil, podría ser un buen momento para reconsiderar lo que ha hecho y cambiar; en su lugar Phil decide suicidarse en un intento desesperado por terminar su calvario, varias veces. Claramente esto no acaba ni con su vida ni con el bucle temporal. ¿Qué sigue entonces?, obviamente lo primero que piensa Phil es ser un dios, se puede experimentar la muerte sin perder el sentido del humor, e intenta convencer a Rita de ello, esto no dura mucho, pero nos brindará el primer momento de sinceridad por parte de él. La escena en la que Phil habla con una somnolienta Rita realmente parece sacada de una película de Frank Capra, y no es coincidencia.
Una de las razones por las que el guion de Groundhog Day, escrito por Danny Rubin atrajo la atención de Harold Ramis es porque tenía esencia de películas como “It’s a wonderful life” (1946) de Frank Capra, y no estaba equivocado. Esa escena en la que Phil habla honestamente con Rita, sin nada de trucos por intentar conquistarla, es un ejemplo de ello. Desde cómo está rodada, un solo plano que se extiende durante todo el discurso de Phil, algo bastante común en la filmografía de Capra, hasta los diálogos, recuerdan ese espíritu de humanidad presente en las películas de dicho director. La idea de que un personaje pueda vivir para siempre es lo que ofreció a Rubin el escenario ideal para mostrar hasta qué punto una persona decide cambiar, pero para mejor, y eso es lo realmente atrapante de la película.
En el tercer acto Phil no solo ha cambiado su actitud, sino que empieza a realizar acciones desinteresadas para ayudar a otros. Todo lo que puede hacer por los demás en un solo día lo hace; el vagabundo al que antes rechazaba no sólo lo trata con dignidad, sino que intenta salvarlo en varias ocasiones, siempre fallando por razones fuera de sus manos; vive su presente pensando en lo que podría hacer por otros en el futuro, aunque ese futuro sea el mismo día.
Al final de Groundhog Day Phil es reconocido y querido por todo el pueblo de Punxsutawney, y finalmente es capaz de estar con Rita, pero lo interesante es que lo logra mostrando un interés genuino y no intentando conquistarla, como lo ha hecho con todo el pueblo hasta este punto. Vivir solamente para satisfacerse a sí mismo no lo haría feliz, pero ayudar a los demás sin esperar nada a cambio no solo lo hace, también demuestra que puede amar y ser amado. Una vez que ocurre esto, por fin llega el 3 de febrero.
Un final feliz más que merecido, puesto que para llegar hasta ese punto pasamos por todo un viaje emocional lleno de altibajos, con momentos cómicos y dramáticos trabajados con la misma eficacia durante toda la película. El tema tratado aquí por Rubin y Ramis puede interpretarse de diferentes maneras, pero esencialmente es el mismo: las personas pueden cambiar, y tener mejores vidas, no sólo para sí mismas sino también con los demás, y es ese toque de humanidad lo que lo hace universal. Es un día muy largo para ver, pero vale la pena cada visionado y es increíblemente satisfactorio ver ese reloj dar las 6:01.