Después de dos años en los que nos hemos acostumbrado a vivir al ritmo de la pandemia del COVID 19 nuestra forma de consumir películas, sin duda, ha cambiado, pues ahora, pese el gradual regreso de las pantallas grandes, las plataformas de streaming siguen jugando un rol importante en la distribución del material cinematográfico; como es, por ejemplo, Disney Plus, quien hace poco más de un mes nos trajo su más reciente proyecto: Encanto, una cinta que se ambienta en Colombia.
Es la segunda ocasión en la que Disney pone la mira en un país Latinoamericano, ya que, años atrás, en el 2018 para ser exactos, Pixar estrenaba Coco, película que hacía alusión al Día de Muertos, y que tuvo bastante éxito en taquilla. Ahora con la reciente llegada de Encanto, los espectadores no han podido evitar compararlas; pero ¿realmente son tan parecidas?
Es cierto que en ambas películas toman el motivo la familia como un aspecto fundamental en la construcción de su protagonista, pero esto, más que coincidencias narrativas, me parecen similitudes culturales que no se pueden pasar por alto; asimismo, las problemáticas de los personajes no son tan similares como creemos. En Coco, Miguel desafía a su familia para hacer lo que más ama: La música. En Encanto, Mirabel se siente desplazada por no ser tan espectacular como los demás y busca la aprobación de su abuela Alma.
Encanto no tiene ninguna tradición en particular como telón de fondo, para demostrar la expresión cultural del país donde se desarrolla el relato; por el contrario, nos lleva de la mano de Mirabel, una joven de cabello rizado y gafas que forma parte de la familia Madrigal, quienes son excepcionales, ya que, a todos (o casi todos), se les ha otorgado un don mágico gracias al milagro que se le concedió a la abuela, después de perder a su esposo en los desplazamientos forzados. Ahora Mirabel tiene la misión de salvar la magia que se alimenta de la vela, pero para eso tiene que reencontrar su camino con ayuda del tío Bruno.
Las historias de Walt Disney suelen presentarnos personajes con características únicas como por ejemplo: héroes, princesas, principes, reyes, reinas, criaturas mitológicas, elegidos predilectos etc.; pero Mirabel es completamente lo contrario, es una chica normal en un mundo lleno de personas extraordinarias. En ese sentido, el guion toma la formula habitual, pero le da un pequeño giro, que permite ser a Mirabel un personaje con el que se empatiza bastante, pues se plantean problemáticas del día a día de las familias : la búsqueda de aprobación, así como las clásicas crisis existenciales sobre el rumbo de la vida.
Si bien es cierto que el argumento de Encanto podría adaptarse en versiones de otros países, también es un hecho que el realismo mágico propio de la literatura colombiana es un elemento que hace del filme algo muy propio de la región. En clases de literatura, una no se cansa de escuchar que el realismo mágico no es un corriente estética como tal, sino una estrategia de mercado para vender libros de América Latina en el mundo; PERO, tampoco podemos negar que este ha sido un término para explicar la narrativa de Gabriel García Márquez, el gran ídolo de la literatura colombiana del siglo XX.
En “Cien años de soledad” nos encontramos con árboles genealógicos enormes, un matriarcado, y por supuesto la capacidad de los personajes de convivir de manera genuina y natural con la magia, sin extrañamientos o sorpresas, y es precisamente de esta manera cómo funciona el mundo de Encanto. La norma y la cotidianidad de la familia Madrigal es la magia, un recurso que Disney utiliza a su favor para explotar secuencias abarrotadas de colores tropicales y brillantes, que además de significar la diversidad y el folclor, representan la normalización de la magia en escenarios (como las habitaciones de la casa) que a veces rayan en lo “surrealista” si es que se le puede llamar de esta forma.
En general, el mensaje que predica la cinta es «para ser especial no se necesita ser excepcional«. Este eslogan, aunque bastante sencillo y probablemente gastado en otras narrativas, es necesario para estas épocas de incertidumbre, sin contar que se sostiene gracias al carisma de su protagonista, quien redescubre su rol en la familia, pues ella es la única capaz de sanar las grietas que se han hecho en el hogar, al mismo tiempo que ayuda a otros miembros como Luisa e Isabela a abrazar sus imperfecciones. Las grietas de «casita» no son más que las rupturas en la relaciones debido a las exigencias que se conllevan para enorgullecer a la familia,
Asimismo, Mirabel es un personaje que muestra la evolución de las chicas Disney a lo largo del tiempo, pues además de ser la primera protagonista femenina latina de una cinta del estudio, es una joven valiente que busca, por sus propios méritos salvar el rumbo de sus seres queridos mientras aprende a amarse así misma. Mirabel no es perfecta ni tiene la belleza canónica de las princesas, pero es especial y se siente completamente humana y real.
Como autora mexicana de esta reseña, no me atrevo a decir qué tan bien (o mal) Encanto representa la cultura colombiana, pero sí agradezco la diversidad racial que se plasma, así como la representación sutil de hechos históricos que forman parte de las problemáticas sociales del país, como son los desplazamientos forzados de los campesinos, indígenas y afrodescendientes.
Finalmente, aunque Encanto, no es la mejor película del estudio, no se puede considerar como una más del montón que pasa de noche, pues si bien es cierto que Disney toma el camino seguro, el guion sabe cómo transmitir el mensaje principal donde se inmiscuye el concepto verdadero de un hogar.