The Silence of the Lambs cumplió 30 años y desde su estreno se ha convertido en una película de culto, donde el nombre de Hannibal Lecter se puso en alto (aunque no fue su primera aparición, esta fue Manhunter, adaptación libre de Red Dragon, en 1986).
The Silence of the Lambs, o El Silencio de los Inocentes/Corderos, depende del país hispanohablante, fue un éxito en los premios de la Academia de 1992, llevándose Mejor Película, Mejor Director para Jonathan Demme, Mejor Actor y Actriz para Anthony Hopkins y Jodie Foster respectivamente y por supuesto, Mejor Guion Adaptado.
La historia de Hannibal Lecter está basada en una serie de novelas de ficción escritas por Thomas Harris a mediados de los años 80. El primero de los libros fue Red Dragon, que tuvo la primera adaptación ya mencionada, la siguiente película corresponde a el segundo libro de la saga, siendo El Silencio de los Inocentes y el tercero Hannibal, con la cual concluye la trilogía fílmica. Aunque también existe una novela precuela y una posterior cinta estrenada en 2006, ambas recibieron malas críticas y pueden ser consideradas fuera del canon.
Regresando a esta obra en particular, The Silence of the Lambs es una película auge dentro del género de suspenso y policíaco, por tanto, no cabe duda que fue digna merecedora de todos sus premios y a continuación explicaré por qué.
En cuanto a la narrativa, la cinta nos relata la historia a través de los ojos de Clarice Starling, una cadete de la academia del FBI que tiene estudios dentro de la psicología y criminología, los cuales llaman atención al jefe de la división de Ciencias de la Conducta Jack Crawford, quien le dice que están armando perfiles psicológicos de los criminales que tienen en su haber, y necesita su ayuda para entrevistar a Hannibal Lecter, un ex-psiquiatra caníbal “Hannibal the cannibal” como diría Clarice.
Luego, Clarice va al pabellón psiquiátrico donde se encuentra con más hombres — detalle sustancial sobre la temática del filme — como es el gerente del lugar, Frederick Chilton, y uno de los cuidadores, Barney. El primero siendo menos agradable que el segundo, pues este encargado corteja a Clarice desde que pisa el asilo, aunque ella logra deshacerse de él para poder continuar con su tarea.
Antes de entrar, Chilton le muestra una foto de lo que Hannibal le hizo a su último visitante, menciona que le comió el rostro pero nosotros no vemos la imagen :el nivel de horror dependerá de la imaginación de cada uno.
Al final del pasillo se encuentra Hannibal, quien con un porte elegante esperaba a Clarice, y lo vemos por primera vez desde el punto de vista de ella. Sus primeras palabras son un intercambio angustioso, el caníbal le pregunta a la mujer por sus credenciales y descubre que solamente es una estudiante, Hannibal tiene el control de la situación. Sin embargo, se molesta con ella y no decide ayudarla con un caso: Buffalo Bill.
Resulta pues que el asunto con el perfil psicológico era una excusa y Crawford necesitaba la ayuda de Hannibal para descubrir quién era el tan aclamado Buffalo Bill, un hombre que asesina y desolla mujeres.
Hannibal conoce a Bill por uno de sus antiguos pacientes en su época como psiquiatra; sin embargo, se resiste a decir totalmente la verdad, y simplemente otorga pistas de manera críptica a Clarice. La agente luego descubre en un almacén la cabeza decapitada de alguien: la primera víctima de Bill.
El resto de la historia lo dejaré para más adelante de todas maneras, el ambiente ya está establecido.
La trama no es el único mérito que hace a The Silence of the Lambs un clásico de los 90, esto es únicamente el gran Guion Adaptado. Lo más interesante es la forma de contar el relato a través del trabajo cinematográfico de Demme, en especial a la hora de generar suspense, intimidad e incomodidad.
Regresando al inicio de la película, Demme nos demuestra un recorrido por el bosque en Quantico, Viriginia en el que se encuentra el campo de entrenamiento del FBI donde Clarice está en ese momento antes de ser convocada para ver a Crawford. Es un comienzo lento que dura cerca de cinco minutos que lo único que busca es generar angustia para lo que viene.
Lo siguiente con lo que nos encontramos son Close Ups, unos aún más cercanos que otros. Todo lo tenemos en la cara. No hay un intercambio de diálogo común en el que se usan planos medios o “over the shoulders”, la mayoría de escenas se capturan a partir del rostro magnificado para ejercer un sentimiento de asfixia, y en ocasiones, hacer parecer que se están metiendo dentro de nuestra cabeza, o nosotros a la de ellos.
De hecho, los planos macros dentro de la película son muy limitados, solo utilizados para introducirnos a nuevos espacios, pero no más. Todo bajo la norma. En algunas ocasiones, Demme también decide realizar planos secuencia en los que nos hace sentir que somos la cámara y vamos caminando por estos escenarios sombríos: el bosque, la celda de Hannibal y la guarida de Buffalo Bill.
Podemos deconstruir el primer encuentro entre Hannibal y Clarice como un ejemplo del espectacular trabajo de cámara que se realiza a lo largo de todo el metraje y observar como el mismo ayuda a la narrativa a establecer la relación entre los personajes:
Iniciamos con el punto de vista de Clarice y vemos la figura completa de Hannibal, nuestra primera introducción al personaje en todo su esplendor.
Cuando comienzan a conocerse vemos por primera vez el uso de over the shoulders, pero son muy rápidos, es un intercambio de ideas como si fueran golpes en una pelea de box, que terminó con Clarice tomando asiento , noqueada por la superioridad de Hannibal quien permanece parado.
Luego volvemos a los Close Up para que la exposición de información de Clarice y la amenaza de Hannibal se presenten.
Clarice se retira y Miggs, uno de los vecinos de la celda de Hannibal, le lanza su semen, la mujer se siente humillada, Hannibal le pide que regrese, y ambos están parados, los vemos juntos divididos por el cristal, pero simbólicamente aliados.
El uso de la cámara y la misma dirección de Demme para determinar la relación de Clarice y Hannibal es esencial, pues es tan solo con el lente que sabemos en qué punto nos encontramos y como cada uno de ellos se siente al respecto.
En el segundo encuentro entre los protagonistas, que recae precisamente dentro del segundo acto de la película, ambos tienen el mismo nivel, comenzando así un espacio vulnerable para conectar.
En su tercer encuentro, un plano muestra el reflejo de Hannibal en el vidrio mientras vemos a través del mismo a Clarice, elemento que se hace desde Persona de Bergman y encontró su epítome en Paris, Texas de Wim Wenders, la conexión a través del cristal se ha formado, aunque sea de una manera más sombría.
Clarice, por alguna razón es demasiado interesante para este psiquiatra, y él quiere comenzar a saber más de ella; sin embargo, dentro de estas preguntas personales, el hombre decide apartar su vista de la mujer: para una persona que ama el contacto visual, prefiere evitar algún tipo de conexión íntima, no quiere vincularse de manera tan personal con ella, a pesar de estar genuinamente interesado.
Para el cuarto y último encuentro entre estos cómplices, Hannibal ha cambiado de locación luego de un acuerdo con una senadora — madre de la más reciente víctima de Buffalo Bill — y ahora se encuentra en una macro jaula, donde lo que lo separa de su amiga son barrotes, la cámara nos lo hace saber, no puede encuadrar a ninguno sin meter las barras, sus caminos se están separando mientras la historia llega a su fin, no obstante, en su último Quid Pro Quo, Hannibal decide mirar a los ojos a Clarice, y la cámara se acerca más a su rostro; y en su intercambio de ideas, el monstruo comienza a llorar, por empatía, porque llegó a conocer a alguien que en verdad le importaba y era la hora de despedirse, al menos, por ahora.
Claro que esta gran relación no solo viene de las páginas, se volvería mediocre si no fuera por las grandes interpretaciones que cada actor da a su personaje, tanto Hopkins como Foster demuestran a la perfección aquello que define a sus personajes, la amenaza y la vulnerabilidad, respectivamente, pero en ambos la perspicacia.
El Hannibal interpretado por Anthony Hopkins será por siempre el Magnum Opus del actor, pero más adelante hablaremos de él y su personaje en esta película .
Primero hablaremos de Jodie Foster, nuestra portagonista, quien también llevó a cabo el papel de su vida, siendo considerada por el Instituto Americano de Cine como la Mejor Heroína de todos los tiempos. Julianne Moore, quien interpretó a Clarice en la secuela Hannibal, no estuvo ni cerca de capturar la misma gama de emociones que su predecesora — tampoco la película en general.
Continuando con esta idea, tenemos que volver a la narrativa y al papel de Clarice en ella. Como mencioné en un inicio, la película se ve desde sus ojos, y así es como somos intimidados dentro de un mundo de hombres. Se muestra el acoso y la desvalorización que sufre, pero sobre todo la misoginia se esconde debajo de los rangos que se presentan, a Clarice no solo la demeritan por ser una aprendiz, también por ser mujer.
Así como la clave de la película es la codicia, como es mencionado por Hannibal y como es practicado por Buffalo Bill, nosotros somos codiciados por todos los hombres que observan a Clarice a partir de su punto de vista.
A pesar de ser llamada por el jefe del departamento para asignarle la tarea, lo que ella aporta se cuestiona o se soslaya, todo lo que ella dice es obvio o es incorrecto y entonces debe esforzarse más para poder seguir adelante con su misión.
El único que no le cuestiona es entonces Hannibal, él no la ve como un pedazo de carne, y es un tanto contradictorio viniendo de un caníbal, pero como dice desde un inicio, a diferencia de Miggs — el depravado sexual que tiró semen a la cara de Clarice que después fue manipulado por Lecter para que se suicidara como venganza por su atento contra su amiga — Hannibal “no huele su coño”; en cambio el resto de los hombres que la rodean, desde su propio jefe hasta el hombre con estrabismo que le ayuda a identificar el capullo de mariposa están constantemente acosándola.
The Silence of the Lambs lleva su nombre por una serie de conversaciones que Clarice tiene con Hannibal con respecto de su infancia, aunque es un tanto críptica e incompleta, podemos entender que esta mujer tenía como padre a un sheriff, y que después de su muerte se fue a una granja con sus tíos donde mantenían corderos, animales que irían para el matadero.
Clarice huyó de su casa, sin poder salvarlos; y quiso llevarse uno, pero no pudo cargarlo por su peso. Entonces, decide salvar a las personas buscando silenciar los gritos de los corderos masacrados de su infancia.
Si bien los corderos son reales dentro de la historia, también pueden fungir como una metáfora a todas las personas inocentes (razón de su título en español) que han sido asesinadas y, por lo tanto, silenciadas, y en este caso en particular, a las mujeres que han sido desolladas por Buffalo Bill, que solo son vistas como carne (cuerpo) o prendas, y no como personas, tanto por el asesino como por la policía, así como la gente suele ver a algunas especies animales.
Jonathan Demme y Thomas Harris desde su libro tienen una visión clara sobre la misoginia como el tema principal de sus obras — así desde el origen del nombre Buffalo Bill que se origina desde un chiste que menciona que a este le gusta despellejar sus jorobas — pero también podemos hablar de un discurso especista, si el discurso de los inocentes se redirige a los corderos: estos animales también son inocentes, no debemos comerlos como Hannibal a sus víctimas ni usarlos como prendas como Buffalo a las suyas.
Ahora, me gustaría comentar el rol de Buffalo Bill dentro de la película: a continuación entraremos a terreno de spoilers por lo que sugiero que si no la has visto, deja de leer.
Durante uno de los encuentros entre Hannibal y Clarice, el psiquiatra le hace entender a la agente que Buffalo Bill es un hombre transexual, aunque ella aclara que los hombres transexuales en realidad tienden a ser pasivos. Hannibal entonces menciona que la patología de Bill en realidad es todavía más salvaje.
Está claro pues que al momento de escribir este libro y película también la diversidad sexual aún era considerada por el Manual Diagnóstico Estadístico (DSM) de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) como una patología. Esto afortunadamente ya no es así, pero refleja parte de las misconcepciones que se tenían en aquellos tiempos en contra de la comunidad LGBT.
Siguiendo por esta línea, el caso de Bill está basado en el mismo caso real que inspiró Psicosis, también un libro que después terminó en la aclamada adaptación de Alfred Hitchcock en 1960. Esta es la historia de Ed Gein, un hombre criado por un padre despreocupado y una madre bastante religiosa que consideraba a las propias mujeres como la fuente del pecado, que si bien nunca se confirmó que vistiera como mujer, si se encontró un corset cosido con las pieles de sus víctimas.
Como otra faceta del antagonista, podemos observar ciertos símbolos propios del nazismo como las esvásticas bordadas en los colchones de su cama, o los posters de nazis colgados en sus paredes que debes buscar para encontrarlos.
Puede que Bill quisiera encontrar su lugar en el mundo como un nazi así como un transexual a lo largo de la película, pues bien, Lecter refiere que este hombre ha pasado por varias fases para llegar a donde se encuentra.
La historia de Buffalo Bill concluye cuando nuestra heroína, Clarice, llega a la casa que ha invadido y en medio de la oscuridad, la mujer dispara al hombre varias veces antes de que él la alcance.
Volvamos a Hannibal Lecter, un personaje que se siente más secundario e incluso terciario detrás de Bill, con tan solo 16 minutos de aparición en pantalla dentro de una película de 2 horas.
Como bien mencioné al inicio de este análisis, Hannibal es el protagonista de una saga de libros y adaptaciones cinematográficas, pero traer a la vida a este personaje no era una tarea que podría hacerla cualquiera; si bien ya se había realizado previamente en la ya mencionada Manhunter en donde Brian Cox hace del psiquiatra, y hoy en día también ya existe la versión de Mads Mikkelsen para la televisón — ambas interpretaciones más realistas del personaje —, el de Hopkins resulta ser más inquietante.
Anthony Hopkins como Hannibal resulto ser más que perturbador, muchas son las notas que mencionan que Jodie Foster no podía convivr con él fuera de las cámaras sin que le atormentara.
Desde la mirada que muy rara vez parpadea; las inflexiones de la voz, la postura, la habilidad de interpretar con tan solo los ojos como la escena en la que Hannibal es llevado con la Senadora hasta el inquietante sonido de su boca cuando menciona como se devoró el hígado de un hombre acompañado de unas habas y un vino chianti — momento que fue improvisado por el actor.
Por todas estas razones, tan sutiles pero a la vez sustanciales, Sir Anthony Hopkins siempre será reconocido como Hannibal, y Lecter se mantendrá en nuestro inconsciente colectivo con el rostro de Hopkins.
Para finalizar, mencionaré otros detalles y referencias que rodean a este personaje durante el último acto:
Hannibal masacra a dos oficiales, y su resurrección es reflejada a partir de un ángulo cenital con las manos extendidas como si fuera el mismo Dios. Estas referencias bíblicas se dan desde el concepto primario de los corderos, el retrato que hizo Lecter de Clarice como referencia al Cordero de Dios y luego, con uno de estos policías amarrado en su jaula como Jesucristo crucificado.
En la última escena, en medio de la graduación de Clarice, Hannibal le llama, y en su última frase hace un juego de palabras muy propio de él mencionando que tendrá a un amigo para la cena, mientras vemos al gerente Chilton, su principal abusador, salir de un avión. Cronológicamente no volveremos a ver al personaje hasta 10 años después, en Hannibal.
Personalmente, The Silence of the Lambs puede que sea mi película favorita, y el filme que hizo que gustara más del mismo cine. Es una obra diferente dentro del mismo ámbito tradicional norteamericano, que también sigue una estructura clásica, pero que por sus decisiones tanto artísticas como temáticas destaca del montón y la pone en la cima junto a otras grandes como las referenciadas a lo largo de la reseña y además a obras del cine clásico de hollywood en una época donde se comenzaba a apostar más por las cintas taquilleras o los blockbusters.
Esta película es una master class de todos los ámbitos que desarrollé hasta este punto y por eso me parece importante analizarla desde su realización pues gracias ella se puede abrir el espacio a conocer nuevos horizontes cinematográficos.
The Silence of the Lambs, por sí misma, es una película pesada y tensa, que bien podría considerarse lenta por sus planos largos, y otros estáticos, con voces tenues, unas serias y graves así como susurrantes, con una paleta de colores fría y un tanto desaturada, pero a su vez, es gracias a esto que lo sombrío se puede llevar a cabo. En otras palabras, una película que bien pareciera aburrida, en realidad logra mantenerse sobre el borde de tu asiento; te hace sentir cada segundo por la destreza con la que desarrolla su trama y los temas que elabora.