Cuando se habla de cine clásico es difícil no mencionar Nosferatu, la primera adaptación de Drácula de Bram Stoker a manos de F.W. Murnau en 1922; una obra destacable dentro del expresionismo alemán.
Al igual que en la obra original, esta historia nos cuenta la historia de un conde quien resulta ser un vampiro. Sin embargo, por cuestiones de derechos de autor, Murnau decide cambiar el nombre de Drácula por el de Orlok. Aunque otros personajes secundarios mantienen su nombre. Además, en vez de estar establecida en Inglaterra, lo hace en Alemania.
En Wisborg, un pequeño pueblo de Alemania en 1883, conocemos a Hutter y su esposa Ellen. Una pareja llena de felicidad y de amor.
Después conocemos a Knock, un agente de bienes raíces, jefe de Hutter. Un hombre con gran parecido al conde Olaf de Una Serie de Eventos Desafortunados. Él comenta que el conde Orlok, de Transilvania, quiere comprar una casa en Wisborg, y agrega, puede tomar un poco de sangre.
Hutter se demuestra ingenuo al presumir su viaje hacia un lugar desolado, Ellen muestra su preocupación pero él lo ignora; durante su periodo lejos, el hombre deja a su esposa en casa de un amigo cercano.
Ya en el viaje, Hutter entra hacia lo desconocido, y el cochero con el que va no desea avanzar más hasta cierto punto. Pero Orlok con bastante ropa en sí, lo recoge y lleva hacia su mansión. Aquí termina el primer acto.
Ya dentro de la mansión Orlok y Hutter comparten un tiempo juntos al momento de una cena. Pero el vampiro no come, y comienza a develar su condición como vampiro al mencionar que él duerme durante el día. Se van frente a la chimenea y Hutter se queda dormido. Al despertar, tiene dos mordidas justo en la garganta; pero él piensa que han sido mosquitos los que le han hecho aquello.
Más tarde, durante otra comida, mientras se hacen los preparativos para la compra de la casa en Wisborg (frente a aquella de Hutter), Orlok ve una fotografía de Ellen, mencionando que tiene un cuello encantador.
En esa misma noche, Hutter comienza a leer un libro acerca de mitología y monstruos, que se encuentra en el cuarto donde se hospeda. Inquieto, ve por la puerta entrecerrada y alcanza a ver a Orlok, quien siente su mirada. Puede ver como el Conde, sin estar sobre vestido, muestra una apariencia distinta, con orejas alargadas y un aspecto distinto, como el de un roedor.
El hombre comienza a comprender lo que ocurre. Pronto el vampiro se encuentra en la puerta y lo ataca, mientras Ellen, en casa de su amigo, tiene visiones de lo que le sucede a su amado.
El día después Hutter baja a ver donde está el Conde, y lo encuentra en el sótano, dormido en un ataúd. El hombre corre del susto.
Algunas horas después durante la noche, Hutter ve por la ventana que Orlock está preparando su carruaje hacia Wisborg. Será ahora su objetivo detenerlo antes de que ataque a Ellen. Aquí termina el segundo acto.
Es interesante como para Nosferatu, Murnau decide entregar una narrativa en cinco actos, muy atípica a las películas hoy en día, pero muy común en obras de teatro. Así que, con intertítulos, el director va marcando cada que termina una parte de su historia.
Al igual que con otras obras del expresionismo alemán, el claroscuro es el elemento visual que lo destaca. Pero Nosferatu tiene otros recursos que la hacen destacar como ùnica dentro del mismo movimiento.
Lo primero que podemos observar dentro de la obra es el recurso de planos en negativo una vez que Hutter comienza su travesía, que nos demuestra que algo sobrenatural está por suceder; un elemento creativo que se podría asemejar a los movimientos de cámara de 360º grados que hoy en día utiliza Ari Aster (Hereditary, Midsommar) cuando estamos por entrar al horror en sus películas.
Después, podemos notar el uso de las sombras como una propuesta visual para seguir la narrativa. Por ejemplo, la escena de Orlok al subir unas escaleras en el último acto, o en el segundo, cuando su sombra se ve sobre el cuerpo de Hutter. Tim Burton hace una referencia del primero en Vincent (1982).
En otros aspectos más típicos del expresionismo, además del claroscuro ya mencionado podemos apreciar en Nosferatu los espacios, tanto cerrados como abiertos, con presencia de líneas afiladas y angulares: las montañas cerca de Transilvania, o el propio ataúd de vampiro pueden ser un ejemplo de ello.
También, y personalmente, de mis recursos favoritos. El uso de viñetas, no solo para hacer la transición de una escena a otra, pero además para enfatizar a los personajes y sus sentimientos; cerrando así el espacio que los rodea, dejándolos expuestos solo a ellos.
Dentro de Nosferatu podemos encontrar una posible “inconsistencia”, que muchos pueden considerar error:
A diferencia de la obra de Stoker, Orlok no solo se debilita en contacto con el sol; sino que es completamente destruido; sin embargo, existen varias escenas en las que podemos observar al vampiro en plena luz del día; como lo puede ser en el plano en el que sube los ataúdes al carruaje o cuando está amotinando el barco en el que se dirige a Wisborg.
Debido a las limitaciones de la época, a Murnau se le vio imposible grabar escenas en completa oscuridad que contaran con el Conde; por ello, aunque pueda sacarnos de la narrativa, debemos suponer que toda escena en la que el vampiro está bajo el sol sin consecuencia alguna, está realmente ocurriendo durante la noche.
Nosferatu cuenta con varias versiones a lo largo del tiempo; aunque nunca fue censurada como Metrópolis de Fritz Lang, también se vio con problemas durante su proyección pues Murnau fue demandado por la viuda de Bram Stoker. Sin embargo, un par de copias fueron resguardadas y por ello, hoy en día, podemos gozar de la obra.
Si bien Nosferatu es una película muda, existen versiones actuales que cuentan con música incorporada, aquella con piezas realizadas por James Bernard, lanzada en 1997 nos muestra piezas tanto inquietantes como armoniosas, ejemplo de ello son Hutter y Ellen o El Desasosiego de Ellen.
Para finalizar, Nosferatu: Una Sinfonía del Horror, como es su título original, demuestra las bases de todo un movimiento que revolucionó al arte cinematográfico y que, además, ha inspirado a más de una generación de directores a lo largo del tiempo: una obra imperdible para conocer más acerca del expresionismo alemán.
Nosferatu está disponible en MUBI.