Hemos visto recientemente un cambio en las sensibilidades y preocupaciones de las sociedades actuales, una donde se han comenzado a poner en duda las cuestiones estructurales y la forma de tratar a las personas: hombres o mujeres, y también a aquellas que viven en el margen, ya sea por su edad, su raza o tono de piel, sus discapacidades o su situación económica, I Care A Lot no es una excepción.
La semana pasada hablábamos de Framing Britney Spears en nuestro podcast, una película donde las estructuras con las que tratamos a aquellos al margen se ponen en duda, y es un tema del que no podemos dejar pasar. Esta semana se estrenó I Care A Lot, una historia sobre Marla Grayson (Rosamund Pike), que junto a su novia, Fran (Eiza González), estafa y abusa del sistema de tutelas para volverse rica.
Su modus operandi es complicado, requiere de un sistema de información sostenido por médicos y negociaciones ilícitas, audiencias de emergencia donde ni los posibles tutelados ni sus abogados se encuentran, y finalmente la noticia en la que Marla, apoyada por la policía, se presenta como la guardia legal de estos adultos, los mete en asilos y casas de retiro, donde los aleja de sus familiares y amigos, los despoja de su dignidad, libertad, deseos y necesidades, y por último, se adueña de todo el dinero de sus victimas hasta el día de sus muertes.
Marla no posee remordimientos, para ella el mundo es una maquinación darwiniana donde sobrevive el más fuerte, donde hay presas y depredadores, comer o ser comido. En ocasiones, incluso parece que su desprecio tiene motivos de género (aunque probablemente no tenga nada que ver con que sea lesbiana ¿verdad?), como lo deja muy en claro constantemente, para ella, las victorias sobre los hombres también son más deliciosas.
Marla tiene una empresa que se dedica exclusivamente a este negocio turbio y poco ético, hasta que un día uno de sus tutorados muere inesperadamente, por lo que tiene que buscar quien lo reemplace. Finalmente, por recomendación de su amiga Karen, una doctora cómplice de este negocio, le recomienda a Jennifer Petterson (Dianne Wiest), una mujer rica, sin preocupaciones, que parece que no tiene ni padres, ni hijos, ni nadie a quién le preocupe.
El crimen se ejecuta de manera normal, como generalmente ella lo hace, hasta que Jennifer comienza a buscar el modo de contactar a alguien, y al hogar de ella, que ahora está en venta, llega un taxi que ella no pudo haber pedido desde el asilo de ancianos.
Resulta que Marla se metió en la boca del lobo, pues Jennifer Petterson es la madre del líder de un grupo criminal que se dedica al tráfico de mujeres, este líder (Peter Dinklage) no tiene fronteras en lo que hará para recuperar a su madre. Primero por medios legales sin éxito, para finalmente recurrir a la violencia.
Mientras tanto, Jennifer sufre de violencia gracias a Marla, quien la droga con sedantes, la tortura restringiéndole el acceso a sus medicaciones y finalmente le prohíbe el ocio y cualquier contacto con el exterior.
Finalmente, este encuentro comienza a escalar hasta poner en riesgo las vidas de Marla y de su novia Fran, quienes por primera vez terminan teniendo desventaja en un juego que creían haber dominado. Rápidamente, Marla se da cuenta que esta familia no se está con juegos, y se convierte en una competencia entre dos personajes amorales, sin ética, para ver quien es el más chingón.
I Care A Lot se inspira en los hechos reales e injusticias que cientos de familias han sufrido en los Estados Unidos de América, cuestiona hasta cierto punto la misma existencia de la ocupación de guardianes profesionales, y con mucha más relevancia, relaciona esta actividad con la trata de personas, donde para sus protagonistas, las vidas humanas no son más que mercancía, más que el valor que puedan traer a sus negocios.
I Care A Lot es inusual en el sentido de que te hace despreciar a sus personajes (aunque le da un prestigio en sus motivaciones al personaje de Dinklage), y de alguna forma querer saber quien será el ganador de este juego, que el filme constantemente te recuerda que nunca habría sido necesario si no fuera por los grandes egos que ambos protagonistas poseen (¿o no?).
Las actuaciones de Pike, Dinklage, González y Wiest son inmaculadas, trabajadas al detalle, especialmente el de Pike, quien desde hace años ha comenzado a ganar popularidad gracias a sus múltiples papeles llenos de personajes perversos y profundos, que no tiene dificultad de representar en pantalla.
La película tiene una extraña fascinación con la llamada iluminación bisexual, que probablemente no nos lleve más allá que a interpretar a esta cinta como un trabajo de ficción, pues no suele brillar en el aspecto visual que termina fungiendo en servicio de la historia.
I Care A Lot es una película bastante interesante, que con dificultad perderá tu atención en pantalla: juega constantemente con la representación de los personajes y el cómo quiere que los interpretemos, pero, hasta cierto punto, deja a algunos aspectos del problema estructural a la deriva. Este hecho se puede notar en el trato que el guion le da a Dinklage: Si bien la película no hace énfasis en la condición del actor como un hombre de talla baja y esto en su mayoría es un punto a favor, al llegar a su conclusión, esta omisión puede volver a la crítica que busca promover la cinta un poco deshonesta e incompleta, probablemente la discriminación hacia estas personas no era algo que se buscaba con el guion, pues no se pensó en los actores que iban a interpretar a los personajes.
En conclusión, la cinta es divertidísima, y muy interesante en las cuestiones que plantea y en cómo lo hace, pero posee una conclusión que poco satisfará a muchos espectadores; sin embargo, no arrebata mérito a la película y propone iniciar una conversación más intricada sobre ella.