El 30 de julio, el director sueco Ingmar Bergman cumplirá 13 años de su fallecimiento. A lo largo de esta semana estaremos visitando algunas de sus obras más importantes como parte de un homenaje a este director que ha inspirado a muchos otros a lo largo de los años con su narrativa particular influenciada por el expresionismo alemán y el surrealismo. Con una filmografía de más de treinta largometrajes en al rededor de 60 años, hemos decidido iniciar con la revisión de su trilogía simbólica y psicológica: La trilogía del Silencio, la cual comprende las películas Como en un espejo (Såsom i en spegel, 1961), Los comulgantes (Nattvardsgästerna, 1962), y El Silencio (Tystnaden, 1963), entre las que se comparten temas tales como la fe, la desesperanza, las relaciones familiares, la sexualidad y la psicosis.
En el caso de Såsom i en spegel, nos encontramos en la isla de Faro, tierra sueca en la que Bergman vivió sus últimos días hasta su muerte en 2007. En el contexto de la película, se nos presentan a cuatro protagonistas, Karin, la única mujer, una adulta joven quien acaba de salir de un hospital psiquiátrico por una enfermedad que dentro de la película no tiene nombre pero podemos reconocer como esquizofrenia; David, padre de Karin, un escrito quien pasa por un mal momento en su carrera al estar dentro de un bloqueo que no le permite seguir con su obra y que, desesperadamente, considera utilizar la enfermedad de su hija como material para sus historias; Martin, el esposo de Karin es , de hecho,el doctor en el hospital en el que ella se encontraba, y cuya relación comienza a desaparecer puesto que Karin tiene una falta de deseo, al menos hacia su pareja; por último, Minus, el hermano menor de Karin e hijo de David, la temática de su personaje yace en el descubrimiento de su sexualidad y la frustración de la misma, así como el deseo de alguna vez ser escuchado por su padre.
En Såsom i en spegel, vemos como Karin poco a poco pierde la cordura dentro de esta isla: su psicosis comienza a jugar con su mente haciéndola escuchar distintos sonidos y voces que la dirigen a un cuarto en el piso superior de la casa en la que se encuentra la familia. En este cuarto con papel tapiz desgastado y cortado, se encuentra una fractura en la pared, de la que provienen las voces y Karin dice, se encuentra Dios.
La psicosis de Karin afecta a todos los miembros de su familia en distintos niveles, en el caso de su padre, es el punto que comentamos previamente en el que decide de cierta manera, capitalizar su condición de una manera fría y sombría sin tener intención de cuidarle realmente. Con Martin, la falta de deseo sexual de Karin parece volverse un problema. Pero en la psicosis de Karin, su sexualidad está más que presente, pues al haber negado el deseo a Martin, ella va hacia el cuarto superior y comienza un ritual sexual y catártico en el que acaricia el contorno de su cuerpo y masajea sus muslos con frenesí. Pero no solo eso, esta fase también se puede ver desde el inicio con su hermano, Minus, en el que se siente una tensión sexual pero no hacen más que tomarse de las manos; pero después de encontrarle con una revista pornográfica, el interés incestuoso de Karin comienza a crecer al punto que, después de otro brote psicótico tras una lluvia de la que los hermanos se esconden en un barco en las orillas de la playa, tienen relaciones sexuales.
Después de la catarsis más grande de Karin en la que se encontraba de rodillas rezando a la fractura de la pared de aquel cuarto, y tras un ataque de pánico generado por un helicóptero que les iba a recoger de la isla para llevarla a un hospital, Martin decide darle una inyección para calmarla. Una vez tranquilizada, Karin comienza a contar lo que ella veía, de la llegada de Dios, y de las voces. Tras esa fractura de la pared, ella no encontró más que algo horrible, Dios es una araña y le vio el rostro, frío y calmado, que ha subido a su cuerpo y ha intentado penetrarle, por lo cual se defendió, pero subió por su pecho y hasta su cara: ha visto a Dios a los ojos.
Al finalizar Såsom i en spegel, Minus conversa los problemas existenciales que le surgen tras su encuentro con su hermana hacia su padre; cuestiona el significado de la existencia misma y sobre a qué aferrarse, y si es a Dios, pues que se demuestre su existencia, para lo que David le responde que lo que existe es amor, y hay varias maneras de expresarlo: el anhelo y la fe. ¿El amor es la prueba de Dios o es Dios mismo?
Såsom i en spegel está dedicada a la entonces esposa de Bergman, Kabi Laretei. Desde ciertos aspectos y en la peculiar manera de realización del autor sueco, podríamos considerarle una carta de amor hacia ella y su existencia.
A lo largo de la trilogía del Silencio, la ecuación de Dios como amor es afrontada por los protagonistas: es cuestionada e incluso es mofada, y la encarnación física de Dios como una Araña-Dios también es repetida, de estos simbolismos es por lo que se considera una trilogía puesto que los temas textuales que se discuten en la narrativa de las tres películas no comparten cosas en común.
Para finalizar, con aspectos técnicos de esta obra en particular, tenemos la indiscutible buena interpretación de la actriz Harriet Anderson, quien en otras ocasiones ha trabajado para el mismo director, siendo una de las caras principales dentro de su extensa filmografía. También, Gunnar Björnstrand quien interpreta a David, debido a su frialdad en cámara logra la apatía al personaje, al menos así hasta el diálogo final en el que ya nos permite ver un poco más de sí. Tanto Anderson como Björnstrand aparecen de nuevo en las siguientes instalaciones de la trilogía, Tystnaden y Nattvardsgästerna, respectivamente, interpretando personajes distintos.
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