La semana pasada estrenó en Netflix Rebecca, una película que en el pasado ya había sido producida por Alfred Hitchcock en 1940, la cual forma parte de la historia del cine y es considerada una de las mejores del autor británico; sin embargo, no haremos comparaciones entre las dos. Estas obras están basadas en el libro del mismo nombre escrito por Daphne du Maurier de 1938. En esta ocasión la gran compañía de streaming decide entregarnos su versión, con Lily James y Armie Hammer como los protagonistas.
La película inicia con una dama de compañía (Lily James), la cual es abusada por su empleadora, la señora Van Hopper. Esta señora le pide conseguir un lugar en el desayuno a lado de Maxim de Winter (Armie Hammer), quien es un millonario que recién enviudó. Aunque no logra esta meta, conoce al señor Winter, el cual se comienza a interesar por esta mujer.
Pronto nuestros protagonsitas comienzan a salir a lugares encantadores y lujosos gracias al estrato socioeconómico del hombre. Poco a poco ambos personajes se enamoran; pero no todo es color de rosa.
La dama de compañía sigue siendo molestada por su empleadora la cual le recuerda con altanería que ella no pertenece al mundo del señor de Winter, que, «atrapar a un hombre entre las piernas» no era duradero; a pesar de ello, el señor Winter le propone a la joven casarse con ella; convirtiéndola así, en la segunda señora de Winter.
La película sigue entonces la adaptación de la señora de Winter a su nueva vida; arrastrando el duelo de su esposo por su viuda, y cargando con las expectativas de todos sus allegados al no poder llegar a la altura de la mujer que alguna vez fue Rebecca; una mujer inalcanzable de la cual la joven señora de Winter nunca dejará de ser su sombra.
Si no conoces la historia de Rebecca ya sea por el libro o por la adaptación de hace ya 80 años, al inicio puede que no sepas en que dirección va la película. Hasta cierto punto, puede parecer solo una historia romántica, de cómo un hombre viudo vuelve a encontrar el amor, y cómo se desenvuelve su historia; incluso, con tintes de comedia romántica teniendo algunas risas incómodas entre tanto y tanto. Pero al mismo tiempo es más seria, desde el inicio por los tratos de la señora Van Hopper, y en los pequeños momentos en los que el señor de Winter pierde la compostura al encontrarse con recuerdos de su anterior esposa. Después, Rebecca se vuelve más tenebrosa, con giros inesperados — si no conoces la obra —, haciendo uso del suspenso.
El suspenso en esta adaptación dirigida por Ben Wheatley se encuentra bien estructurado; el (no) misterio de la muerte de Rebecca se va formando minuto tras minuto hasta detonar cerca del tercer acto de la película. Tenemos al personaje de Armie Hammer que es muy discreto, muy serio, y que en ocasiones explota; pero no conocemos bien el por qué, sabemos que está en duelo, pero su perturbación es intrigante y desconcierta; nosotros, como la señora de de Winter, tenemos preguntas pero nunca conseguimos respuestas. Nos volvemos rápidamente empáticos hacia la señora de Winter, y comenzamos a ver a Maxim como un antagonista; a toda su familia, en realidad.
Rebecca también cuenta con grandes paisajes, locaciones europeas con sabor a la época de los años ’20 con colores cálidos acompañados de verdes frescos que dan libertad y felicidad en los momentos en los que son utilizados; y, por otro lado, también lugares fríos e inconfortables cuando las cosas comienzan a salirse de control.
El uso de las luces dentro de la obra parece ser una de las prioridades al momento de representar la década, pero también como herramienta narrativa para crear emociones(como lo comentábamos en el párrafo anterior), desde felicidad y calma hasta desconfianza y terror; esta estética se asemeja a aquella de las series originales de Netflix Haunting of Hill House y Hounting of Bly Manor.
Por otro lado, el uso de la cámara por parte de Wheatley no resulta ser novedoso, pero sí funcional; y destaca la manera de fotografiar los interiores, pues siempre resultan cómodos y agradables de observar haciendo recordar, en algunas cosas, los planos clásicos en los que la primera adaptación de Hitchcock fue estrenada.
Como ya habíamos mencionado, Rebecca está ambientada en Europa, al rededor de los años 20′. Esto significa grandes y preciosos vestuarios, que sin duda tienden a ser grandes protagonistas en todas las obras ambientadas en esta década. Pero en este caso particular, de nuevo, este elemento no solo sirve como una herramienta de producción o una herramienta visual, también tiene su sentido narrativo, pues uno de los puntos más climáticos de la película sucede en el baile de la mansión Manderley, una tradición que la señora de Winter decide recrear para su esposo con consecuencias inesperadas.
Terminando con aspectos técnicos, Rebecca cuenta con una relación de aspecto de 2.39:1, un cuadro que favorece los paisajes horizontales, como las playas y océanos que encuadra Wheatley; se vuelve una pena entonces, que la película no fue estrenada en las salas de cine y en pantallas pequeñas, como aquellas de la televisión o incluso dispositivos móviles, se vuelve difícil apreciar mejor su fotografía.
Para finalizar, Rebecca es una buena propuesta dentro del catálogo de Netflix, resulta ser más que entretenida y atractiva narrativamente por la buena adaptación que Jane Goldman, Joe Shrapnel y Anna Waterhouse supieron elaborar a partir del libro de du Maurier. Las actuaciones de Lily James y Armie Hammer resultan convincentes como los personajes que interpretan. Eres capaz de empatizar con ellos y de molestarte con ellos.
Lamentablemente, esta Rebecca parece que siempre estará en la sombra de la original Rebecca de Hitchcock; puede que sea por nostalgia, o por el purismo cinematográfico que algunos de los cinéfilos tienden a ejercer; sin embargo, Rebecca de Ben Wheatley es buena por sus propios méritos y merece la atención de sus espectadores.
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