Estos últimos años una nueva ola de películas de terror ha llegado a los cines. El terror cinematográfico norteamericano se está alejando de los tan conocidos jumpscares que carecen de narrativa para entregarnos historias complejas, donde el horror no yace necesariamente en personajes paranormales, sino en los mismos humanos, sus relaciones, o sus pensamientos. Directores como Robert Eggers (The Witch, The Lighthouse) o Jordan Peele (Get out; Us) son algunos ejemplos para hablar de esta descripciones , y, por supuesto, Ari Aster, cuya Opera Prima Hereditary estrenada en 2017 fue un éxito tanto en las críticas como en la taquilla, nos demostró su gusto por el ocultismo y las tramas con gran carga psicológica, y en 2019, nos presentó su nueva película: Midsommar, de la cual hablaremos en esta ocasión.
Midsommar comienza presentándonos a Dani (Florence Pugh, Mujercitas), una mujer con problemas de ansiedad, ella tiene una hermana menor y padres enfermos. Dani presiente que algo ha sucedido con su hermana, pero no puede contactarla, Christian (Jack Raynor) dice que de seguro no es gran cosa y no debería preocuparse. Lamentablemente, poco después Dani recibe la noticia de que su hermana se ha suicidado por intoxicación de gas, y por ello mismo, han muerto sus padres.
Mientras Dani está en duelo, Christian planea ir a Suecia con sus amigos, a una pequeña comunidad llamada Hårga de la que proviene Pelle, y de la cual planean hacer una tesis a partir de sus tradiciones. Christian le platica a Dani de su plan, y tienen una discusión por no haberlo comentado antes, y a pesar de los deseos de él, Dani les termina acompañando.
Una vez encontrados con los Hårga y Pelle reuniéndose con su familia, los residentes ofrecen hongos alucinógenos a los invitados. Dani, a pesar de no sentirse cómoda con la invitación, cede a la presión social; al poco tiempo todos los integrantes del grupo se encuentran en un viaje psicodélico, y Dani se interna a un mal viaje, que de cierta manera, nos advierte el porvenir de la película. Ya en el seno de la comunidad aprendemos un poco más de ellos, incluyendo que están por comenzar los ritos del solsticio de verano, dándole así el nombre de Midsommar a esta cinta.
Uno de los aspectos que hace que la película sea innovadora e inusual son todos los recursos cinematográficos que están en función de recrear horror, los cuales se oponen a las características clásicas de las películas del género. Por lo general el horror/ terror tiende a desenvolverse en espacio cerrados, oscuros, hostiles, con poca iluminación, además de que se ambienta en atmósferas donde predominan los colores fríos y sombríos; sin embargo, en Midsommar sucede todo lo contrario. Las escenas viscerales, en su mayoría, se desarrollan en un segundo acto, cuando los personajes se sitúan a plena luz del día en espacios abiertos, fértiles y abundantes. Como espectadores estamos constantemente ante colores brillantes como el amarillo, el verde y el blanco, y una naturaleza exuberante donde resaltan las flores. Estas cualidades chocan con las escenas puestas en pantalla, las cuales buscan perturbar y desestabilizar por medio de un realismo grotesco y gore que es completamente ajeno a la cultura occidental, pero que para las personas de Hårga, representa actos normales del día con día.
Por otro lado, es interesante cómo se desenvuelven los personajes a lo largo de la cinta, pues el argumento se centra bastante en la relación amorosa entre Dani y Christian, la cual cada día está llegando a su fin, incluso se percibe en el primer acto una convivencia de hipermasculinidad entre Christian y sus amigos donde constantemente se rebaja a Dani a un segundo plano, ella en más de una ocasión se ve obligada a acceder a las decisiones dominantes de los hombres con los que viaja, pero conforme avanza la historia los roles se invierten y la protagonista es capaz de adaptarse mejor a las costumbres de la comunidad.
La colectividad es otro de los rasgos esenciales que conforman las costumbres de este filme. En primera instancia se observa como Dani vive sumergida en una inmensa soledad en su país natal, pues cada una de esas primeras escenas muestra como ella tiene un contacto limitado con su familia, así como su relación distante con Christian; ella vive su ansiedad y duelo en la individualidad sin ser meramente comprendida, pero cuando se entra al mundo pagano, las costumbres y los hábitos residen en la distribución y la convivencia. Todos lloran al unísono, sienten placer al mismo tiempo, o comen en conjunto. Cuestión que nuevamente se opone a la vida norteamericana.
En general, la cinta está constatando estás diferencias entre el mundo occidental y las culturas escandinavas, pues son en estos mundos tan extraños donde reside el horror de Midsommar. Incluso la cámara hace movimientos que perturban nuestro mundo habitual, el más claro ejemplo es cuando entran a la comunidad, donde se aprecia como todo el camino se pone de cabeza, desde ese momento la dirección nos está comunicando la entrada a una sociedad completamente opuesta a la que los personajes no están acostumbrados, y que por consecuencia, perturbará el orden establecido que vivían al otro lado del mundo.
Finalmente, Midsommar es una de las mejores películas de terror de los últimos años, puesto que se arriesga a investigar nuevas culturas que son ajenas a la sociedad en la que vivimos y de esta forma explotar el horror que puede nacer de lo desconocido o del propio realismo, a través de escenarios atípicos, llamativos y hermosos que incluso podrían transmitir paz, pero que en realidad perturban y confunden la percepción del público.
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