Magnolia (1999) de Paul Thomas Anderson.

En 1997, un director no tan reconocido de nombre Paul Thomas Anderson, sorprendió a todos con el clásico Boogie Nights. Desde entonces a Anderson se le ha conocido como uno de los mejores directores del cine moderno entregándonos 8 filmes distintos hasta la fecha, y en esta ocasión, por motivo de su cumpleaños número 50, reseñaremos tres de sus obras, comenzando por aquella de 1999 que le valió tres nominaciones a los premios Oscar — mejor guion original, mejor actor de reparto para Tom Cruise y Mejor Canción para Aimee Mann— Magnolia.

Magnolia es una historia de múltiples personajes a lo largo de un solo día. Primero nos encontramos con un oficial de nombre Jim Kurring — interpretado pro John. C. Riley — un hombre que desea el bien para todos, pero al mismo tiempo su personalidad insegura lo invade constantemente para cuestionarse su propia moral y la de los demás, siempre hablándose a sí mismo dentro de su automóvil con respecto a sus decisiones, lo que los demás y él mismo se merecen. Después nos encontramos con Claudia Wilson — Melora Walters — una mujer con bastantes problemas y adicta a la cocaína quien tiene conflictos con su padre, Jimmy Gator — Phillip Baker Hall —. El oficial Kurring va a su departamento después de haber recibido quejas sobre la música fuerte y entonces entablan una relación tierna pero llena de inseguridades que se tendrán que disipar para poder seguir adelante. Ahora, Jimmy, padre de Claudia, está por cumplir sus 12 mil horas al aire con un programa de quiz llamado «What Do Kids Know?», sin embargo, es diagnosticado con cáncer y necesita hacer las paces con su hija antes de irse. Dentro de su programa nos topamos con un niño genio llamado Stanley, el cual sufre de explotación por parte de su padre (similar a la historia de Honey Boy) y aunque es muy inteligente, no desea seguir adelante con el programa. Por otro lado, tenemos a Donnie Smith — William H. Macy — un antecesor a Stanley dentro el programa, un hombre que sufre una crisis existencial por estar enamorado de un barista y además trabaja en un lugar de lavado de dinero. La desesperación y angustia en este personaje podrán llevarlo a realizar acciones moralmente ambivalentes.

Además de estos personajes nos encontramos con otra línea argumental, ésta la del antiguo productor del programa What Do Kids Know, Earl Partridge quién al igual que Jimmy, tiene cáncer, pero Partridge — Jason Robards — ya está en sus últimas horas de vida, lo cual establece su misión: recontactar a su hijo y hacer las paces con él, pero eso es demasiado complicado. Su hijo, quien dejó su apellido paterno, ahora es Frank TJ Mackey — interpretado por Tom Cruise — un hombre que tiene sesiones tipo «coaching» de cómo conquistar mujeres, promoviendo una cultura de la violación muy deplorable y que parece no tener una verdadera personalidad y solo ser una imagen para el público, la verdad es aún más dolorosa y llena de duelos sin resolver. Pero además de Frank, Earl tiene a alguien más en su vida, su esposa, casi de la misma edad de su hijo, Linda — Julianne Moore —, quien pasa por una crisis por ver a su esposo morir y darse cuenta de todos los errores que cometió dentro de su matrimonio.

Si algo tiene Magnolia es que peca de realista. Ninguno de los personajes es sencillo, todos tienen un trasfondo que se ve demostrado a partir de sus decisiones, de sus palabras, de sus acciones. Desde el más pequeño hasta el más grande, las crisis de la vida se ven plasmadas en cada uno de los involucrados haciendo que el filme sea uno de constante emoción.

Magnolia produce ansiedad e inquietud, el saber qué pasará pero sobre todo cómo pasará son las cuestiones que te invaden al ver la película, pues en realidad la historia no es complicada, pero sus personajes sí son. Esto en gran medida por el guión que realiza el mismo director, pero también por los actores que interpretan a cada uno de los actantes, ya que todos logran reflejar las crisis por las que pasan, el odio, el perdón, la culpa y el arrepentimiento es expresado a partir de los más pequeños gestos y los más tristes llantos.

Una historia montada a través de tres horas toca temas muy sensibles como: el racismo, la homosexualidad, el abuso — tanto sexual como laboral — y el adulterio. Y en la mayoría de estos casos, las consecuencias psicológicas que estos actos producen en las personas y en su día a día.

Como ya expliqué lineas atrás, Magnolia también toma en cuenta los sentimientos más complejos que se pueden producir, pero además cuenta con un trasfondo universal, fantástico, o natural según como pueda verse: las coincidencias y el azar.

La película inicia y termina con el relato de tres historias llenas de coincidencias: el asesinato de un hombre por parte de otros tres cuyos apellidos armaban exactamente el nombre de calle en el que su víctima residía. La historia del buzo que terminó en un pino porque se encontraba en el océano cuando una avioneta recogía agua para poder apagar un incendio en el bosque. Y por último, la historia del hombre que se quería matar y al lanzarse de un edificio es disparado por accidente, aun cuando iba a ser salvado por una red.

Pero Anderson no queda satisfecho dentro de la narrativa con las coincidencias y el azar, él — creo yo — hace algo que va más allá: lo que podría ser el destino, lo planificado o lo predicho metafísicamente. Hay muchas cosas dentro de estos tres pequeños relatos y la historia principal misma que se traducen a cuestiones que se quedarían cortas de tratarse por coincidencia o azar. Cosas que suceden en la vida misma que parecen ser inexplicables y tratarlas como estos conceptos serían incluso ingenuas.

Finalmente, Magnolia trata sobre la vida. Sobre las dificultades de vivirla y sobre las razones que nos hacen seguir adelante o detenernos a pensar si es eso lo que en realidad queremos. Habla de segundas oportunidades, de momentos perdidos y no valorados. De cosas que dimos por sentado, pero sobre todo, de cosas que se pudieron haber mejorado, y de otras situaciones en las que nadie puede tener el control.

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