Hace unos pocos días, en el servicio de Streaming de Netflix, se estrenó una película Española que lleva por nombre El Hoyo. En todas las redes sociales se ha hablado de este filme, por lo tanto, es oportuno reseñar el estreno que ha logrado consternar a los internautas.
El Hoyo nos ambienta en una sociedad desconocida, probablemente en un futuro distópico, sin embargo nos mantiene alejados de los contextos generales puesto que esta película solo tiene una única locación: El Hoyo. A esta locación ingresa nuestro protagonista, Goreng, un sujeto que decide entrar a esta «prisión» por voluntad propia, para conocer cómo es y simplemente cumplir unos cuantos meses allí antes de poder salir. Pero no tiene ni idea de lo que ocurre allí dentro.
El Hoyo, según una de los personajes, Imoguiri, es un Centro Vertical de Autogestión. Y ¿cómo funciona? Cada mes los participantes viven en un nivel distinto, que van del 1 a más de 300. En cada nivel se va repartiendo comida, pero los de abajo comen las sobras de los de arriba. Está claro que la gente es avara y no deja nada para los demás porque todos alguna vez han estado en los pisos inferiores y saben lo que es morir de hambre, violencia y desesperación.
En esta película, Goreng es quien nos presenta la historia, y la vamos viviendo a lado de él, experimentamos sus emociones y presenciamos las conductas de sus compañeros, vemos como poco a poco las personas comienzan a perder la cabeza y como nos encontramos con otros que hace mucho ya la perdieron. Uno de los personajes más importantes para Goreng es su primer compañero de celda, previo a Imoguiri, Trimagasi, un hombre senil y demencial que al principio se presenta como alguien agradable y con un humor muy peculiar. Pero gracias a este descubres que nada es lo que parece. El Hoyo es en realidad un infierno: cosa que los de hasta arriba, no los del piso 1, sino los del piso 0 (la administración), no tiene ni idea de lo que está sucediendo; Goreng toma como su tarea mandar un mensaje hasta el punto más alto, después de recorrer todos los niveles inferiores primero.
En cuanto a su producción, El Hoyo es acompañada de un cast interesante; estos actores bajo sus personajes logran que empatices con los diferentes miembros de cada nivel, para así potencializar la traición que algunos de ellos llegan a cometer. La estructura del guión y la formación de los diálogos te atrapan dentro de un espectáculo de «análisis experimental de las conductas» — que, incluso, recuerdan al Experimento de Stanford que ha sido adaptada varias veces dentro del séptimo arte—. Pero hay algo más, algo que, considero yo, hace todo el film lo que es: La Edición. Esta película tiene un ritmo constante: vivimos con detenimiento los primeros días de cada nivel para poder entablar algún tipo de relación con nuestro acompañante, y los últimos días los vivimos con éxtasis, estos últimos también acompañados de una gran banda sonora hecha con instrumentos percusivos que se asemejan a las barras de las celdas de las prisiones o a cacerolas haciendo una manifestación.
Antes de terminar, es prudente mencionar que la película no es apta para todo público. Hay escenas bastante explícitas y grotescas que pueden revolver el estómago de más de uno, debido a los realistas efectos visuales que incluso le valieron un Goya a esta producción. Fuera de eso, es una experiencia bastante entretenida para ver alguno de estos días.
El Hoyo fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) el año pasado, de ahí paso al Festival de Cine De Sitges donde ganó el Premio a Mejor Película. Después se fue a San Sebastián a inaugurar la semana de Cine Fantástico y de Terror. Actualmente la podemos ver en Netflix.