¿Qué pasa cuando la vida te trata mal, formas parte de la clase baja de la sociedad, tienes deudas y además una madre enferma que necesita urgentemente atención médica? Lo más probable es que cederías a los malos pasos y a la vida del dinero fácil. Pero además, ¿Qué pasaría si la sociedad en la que vivieras fuera construida por personas con superpoderes, pero también fuera desechada por la automatización e incluso prohibieran estos dones solo porque la mayoría se sentiría incomoda con ellos? Así es el mundo de Code 8. Con tintes similares a las películas de X – men nos cuenta una historia de crimen más arraigada a nuestra realidad, pero en lo que parece un futuro distópico que no deja de tener sus toques fantásticos.
Code 8, como menciono previamente, nos sumerge en el mundo creado por «superhéroes», que después fueron despojados de sus trabajos. Ante esta problemática, las personas con poderes decidieron recurrir a narcotráfico, pero a uno completamente distinto: la distribución de droga hecha a partir del líquido cefalorraquídeo de las personas con poderes; altamente adictiva y rentable: Psyke. Actualmente, estos tienen prohibido ejercer sus dones y viven oprimidos, teniendo trabajos como las personas inmigrantes e indocumentadas de nuestra sociedad. Dentro de este grupo nos topamos con el protagonista, Connor — interpretado por Robbie Amell — un «eléctrico» nivel 5. Un día en la espera de algún trabajo, llegan en un automóvil tres distribuidores que trabajan para la Administración, aquellos encargados de proporcionar la droga Psyke, su jefe, Garret — interpretado por Stephen Amell (a quien puedes conocer por ser Green Arrow en la serie de CW)— pide un «eléctrico» y Robbie acepta ayudar. Está será la primera tarea dentro de muchas otras para ayudar a la división a cambio de dinero, y así poder ayudar a su madre que tiene un tipo de meningioma.
Robbie, un telequinético, tendrá una relación de mentor hacia Connor, quien a pesar de tener mucho poder, aún no tiene todo el control sobre él, poco a poco aprenderá a utilizarlo para hacer una última tarea, mientras los policías ya comienzan a pisarles los talones gracias a su innovadora tecnología de control, droides automatizados que caen desde el cielo a partir de drones del tamaño de automóviles cuyo trabajo es únicamente tirar a matar.
Code 8 tiene una clara influencia sobre el mundo de los X – men, tanto en la cuestión sociopolítica en la que se viven, como en la manera de clasificar la fuerza de cada una de las personas con habilidades especiales. Pero de ahí en más no comparten realmente mucho. Code 8 nos presenta una historia sencilla, pero entretenida, sobre lo que sería si las personas fueran las discriminadas dentro del mundo real, no habría mansiones ni riquezas, vivirían a las afueras de los suburbios y con bajas probabilidades de seguir adelante, siempre viviendo al día. Intentando subsistir de la manera que fuera necesaria aunque no fuera la vía más ética.
Code 8 estrenó esta semana en Netflix y pronto se colocó dentro del top 3 de la plataforma. Y es sorprendente. La película inició como un cortometraje esperanzador de ser algo más en el 2016. Los primos Amell, quienes además de protagonizar producen el filme, lanzaron el mismo año una campaña de Indiegogo en el que pedían 200 mil dólares para poder costear la producción de la película… recibieron más de 3 millones. Esta es una de las principales razones por las que Code 8 merece un espacio en nuestro blog.
Una película enteramente realizada por y para el público, acuñada en la idea de personas que querían hacer cine y no pudieron vender la idea a las grandes productoras. Y que habiendo sido escuchada, nos entrega efectos especiales dignos de películas con mucho más presupuesto, un cast que sabe lo que hace a pesar de no ser muy reconocido fuera de las pequeñas pantallas y una historia que vale la pena darle toda la atención al momento de verla.