Hace ya un rato que la primera entrega de Karate Kid llegó a los cines y dejó encantados a cientos de pequeños inmediatamente interesados en el Karate, pero también hace mucho que David Fincher trajo Fight Club, los temas que ambas tocan sorprendentemente no han dejado de estar vigentes, y es que por más que se luche, algunos temas simplemente no cambiarán. En The Art of Self-defence conocemos a Casey, un contador auditor escuálido, delgado, francófilo, socialmente incómodo y con serios problemas de seguridad.
Casey vive una vida muy normal, va al trabajo, vuelve a casa a ver películas de acción, duerme y el ciclo se repite, o así hasta que una noche se termina la comida de su perro, un pequeño perro salchicha que no puede evitar tener hambre. Casey, entonces, decide ir a comprar su comida; sin embargo, al regresar a casa es atacado violentamente por un grupo de motociclistas que lo dejan en estado grave. Los días pasan y Casey ha desarrollado miedo a la noche, tanto que prefiere evitar salir completamente, eso aprovechándose de su reciente incapacidad que se ha extendido indefinidamente. Un día al regresar a casa se encuentra con un dojo donde se enseña karate, después de un rato mirando, el profesor de la clase, Sensei, lo invita a unirse, el acepta ir, y en su siguiente visita se encuentra con Anna, una instructora cinturón marrón sumamente disciplinada que domina cualquier técnica que se le pueda preguntar.
Cassey decide ingresar oficialmente, y al poco tiempo descubre que el dojo está organizado en una estructura bastante normal, sucesión de cintas: blanca, amarilla, verde, azul, púrpura, marrón y finalmente negra, nada fuera de lo común. Cassey termina enganchado y después de unos meses recibe su cinta amarilla, ese día descubre dos cosas, la primera fue una sorpresa, pues a pesar de que parecía que Anna era la más preparada para recibir una cinta negra, no lo hizo, y segundo, que existe una clase nocturna a dónde solo asisten los estudiantes más avanzados.
Gracias a su recién adquirida habilidad, Cassey siente más confianza, y ha decidido dedicar su vida al karate, pero al llegar el momento de poner en práctica sus habilidades en un pequeño altercado, fue incapaz de llevarlas a cabo, Cassey se deprime y Sensei lo nota, le recomienda cambiar su estilo de vida a algo más varonil, cambiar su gusto musical por el metal, olvidarse de Francia y amar a Alemania, y quizás conseguirse un perro varonil como un pastor alemán o algo asi, a su vez, Sensei invita a Cassey a la clase nocturna, bajo la promesa de que lo ayudara a convertirse en el hombre que desea ser. Al llegar a la clase nocturna Cassey descubrirá qué no todo es lo que parece, pues durante la noche, el dojo deja ver su verdadera personalidad, una dorada de engaños, manipulación, misoginia y por supuesto, abuso y violencia.
The Art of Self-defence se presenta en un inicio como una comedia bastante normal, con un poco de acción, pero no toma tiempo en volverse un thriller tremendamente elaborado, donde el horror rápidamente se presenta y el miedo y el acecho están a la vuelta de la esquina. Es una cinta difícil de digerir, pues en un inicio se presenta un relato no solo realmente divertido, también sincero y fácil de creer pues el dojo tiene una dinámica sumamente familiar, obstáculo que dificulta entender los eventos subsecuentes que no solo subvierten a sus personajes ya presentados, sino también a todo el ambiente que da origen a la trama de la cinta.
A pesar de lo que muchos puedan creer, The Art of Self-defence trata un tema de suma relevancia actualmente, aún después de la crítica que Fight Club hacía y que se popularizó durante su época, parece que el machismo, y está «supremacía del macho» se ha vuelto aún más común en el mundo, y no solo presentan un peligro para los hombres que no encajan en este arquetipo, sino también un obstáculo para todas aquellas mujeres con capacidades superiores a las de un hombre, todo esto acompañado de una jerarquía y una clase de orden que privilegia al hombre, quién a su vez, se asegura de mantener a cualquier costo y evitar que alguien que no encaje en su visión de hombre o mujer lleguen al mismo nivel que él.
The Art of Self-defence es una cinta bien elaborada que suele recurrir a diversas estructuras narrativas propias de los géneros que busca representar, y a su vez se aprovecha de la familiaridad que tenemos con estos para criticar un sistema de desigualdad que se ha normalizado y que incluso se ha potencializado por otras obras cinematográficas. Es una cinta divertida pero a su vez preocupante, que realmente es capaz de hacerte cuestionar una y otra vez la diferencia entre un hombre y una mujer, y por qué el macho le teme tanto a ser una mujer.