Joker (2019) – Crítica (Sin Spoilers)

La nueva película de Todd Phillips sobre el emblemático némesis de Batman ha llegado a los cines, pero como se sabe, no es una historia apegada a los cómics, nos narra la historia de un Arthur Fleck, interpretado por Joaquin Phoenix, quien sufre de una psicopatología y poco a poco se convierte en el Joker.

El filme fue multi galardonado en Venecia y se cree fuerte para los premios de la Academia – en aquel festival obtuvo una ovación de pie y aplausos por ocho minutos seguidos. ¿Pero ha vivido a la expectativa ahora abierta al público?

Joker es una historia claramente fuerte, aunque en México bajaron su clasificación a un simple B-15, sigue expresando las tragedias del protagonista, pero se quedan cortas en su desarrollo. La película teme ser cruda y únicamente aprovecha momentos muy puntuales de violencia para ganarse su clasificación R en Estados Unidos, desperdiciando verdaderamente la psicología de su personaje al no meterse en asuntos incluso más oscuros que solo la sangre. Lo cual resulta decepcionante si se va con expectativas de más.

Sin duda, la actuación de Joaquin Phoenix se lleva la película. Se notan claramente las inspiraciones de las previas encarnaciones del personaje en Jack Nicholson y Heath Ledger al mismo tiempo que da su propio toque, una alma rota que no sabe para que existe o por qué lo sigue haciendo. La interpretación nunca baja de nivel en ningún momento de la película, y la historia, lamentablemente, desaprovecha las capacidades actorales de Phoenix.

Joker muestra la rebelión de los oprimidos, encabezada por Arthur con una división de tres actos muy específica: El primero no resulta atrapante, pues los avances de la película aportan al rededor del 90% de este acto. Sin embargo, las cosas comienzan a tener un giro perturbador e inesperado para la segunda parte, estallando de manera magnífica en su tercer acto, siendo el ultimo tercio el cual mejora a la película en un 100%. También cuenta con un epílogo, que demuestra ya cierta parodia de todo, muy al estilo del personaje de las historietas.

El diseño de producción y la cinematografía son excepcionales. Nada puede quitarles su mérito. Encuadres precisos y movimientos de cámara solemnes se aprecian de principio a fin en Joker. El único detalle es la música. La mayoría tocada por instrumentos de cuerdas, en específico chelos en el momento clave para nuestro protagonista, el director escoge regresar a sus viejas andanzas (la trilogía de ¿Qué pasó ayer?) poniendo música más actual y no orquestal que sacan del momento y resulta incomparable a lo que anteriormente se presenciaba en los avances.

Joker no es en absoluto una mala película, pero las expectativas generadas por su avances tan exquisitos y la recepción exagerada de los festivales, al final pueden llegar a dañar por completo la percepción de la calidad de la obra en su totalidad.

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